Hace unas semanas tuve la lamentable opción de trasladarme a mi oficina por transporte público (ya que a mi escarabajo estaban haciéndole los frenos) después de mucho tiempo sin hacerlo; y me percaté de cuanto había cambiado el Metro. Ese icono cultural de transporte público que cada día se atiborra más y más de personas desesperadas y obstinadas.
Me bajé en plaza Venezuela del autobús y caminé hasta la estación del metro de la misma y curiosamente la ultima vez que entré a esa estación las escaleras mecánicas no funcionaban, y casualmente, ese día tampoco; sonreí irónicamente y seguí caminando, compré el ticket y me dirigí al andén; después de esperar como 10 m
inutos a que llegara el tren, vi fascinado como llegaba un tren totalmente rotulado de publicidad de punta a punta, una cosa totalmente abrumadora para la vista, era una publicidad si no me equivoco de toallas femeninas.. no se en realidad porque mi mente bloqueó ese recuerdo.
Al entrar al tren, también el techo estaba rotulado; aparte de los carteles clásicos de siempre del metro, (que llegaban a ser hasta agradables para pasar el rato viendolas de estación a estación) y de una vi el piso para ver si también estaba rotulado, gracias a Dios, no lo estaba.
Aparte de ese shock visual, (obviamente no faltaban las tantas publicidades rojas que abundan tooodo nuestro entorno) la cantidad de gente era insoportable, como siempre; pero más insoportable aún era que no había ni un puto y desgraciado aire acondicionado funcionando; lo que se traduce en miles de sobacos de obrero emanando ácidos caloríficos extremadamente molestos y hediondos.
Finalmente, y afortunadamente llegué a mi estación de destino, y caminé pensando a donde se iría todo ese dinero que el metro recibe por toda esa publicidad cuando ni las escaleras mecánicas ni el aire, y quien sabes cuantas cosas que no vi, no funcionan ni funcionarán hasta quien sabe cuando.
che che colé, muerto e' la risa